Cálamo: de que rabia rabiña tengo un museo; de una bolsa de basura; de la Gala de entrega de los Premios Cálamo. Y nuestro clásico “bonus track”: 6 libros, 6.

Soy propietario de un museo totalmente descolonizado. Todas sus piezas han sido adquiridas pagando a sus antiguos propietarios un precio justo. Todas se exponen de manera adecuada dando a conocer su contexto histórico y social. No tienen cartelitos, pero yo lo cuento a los visitantes. Tampoco es tan difícil, ni tan raro: se viene haciendo desde algún tiempo en los más importantes museos del mundo, que así se haga ahora en nuestra tierra no tiene nada de malo.

El espacio expositivo  reúne pocas condiciones, la verdad: las baldas de las más que repletas estanterías de libros del salón comedor de mi casa, unas miserables Billy marca Ikea, esas que son de una especie de pasta de papel y virutas de madera de ínfima calidad.

En todos mis viajes, en muchos de mis paseos, me apropio de pequeños, bellos y absurdos recuerdos: una pequeña cajita de cartón que contenía cacahuetes, marca Cartoncito, “la mejor botana de México”, que nombre tan tierno; un sobrecito de colorante alimentario El niño, de papel amarillo con un el retrato de una criatura de unos 5 o 6 años, seguro que hijo del dueño de Azaconsa, la empresa alicantina que lo fabrica o fabricaba; una pequeña y mordida tableta de 25 gramos de dulce de leche Vauquita, cero por ciento de grasas trans, libre de gluten y sin TACC, industria argentina; Té Chirrepeco, orgánico y de alta calidad, cultivado y envasado por la Cooperativa Agrícola Integral Chirrepec R.L, ubicada en Cobán, Guatemala, envase individual de una sola toma; incienso tunecino de la casa Ned El Manar, aroma número 6, envase de 10 bastoncillos. Y mi última adquisición, un caramelo japonés de sabor a manzana verde envuelto en papel de plata impreso con un simpático camaleón de ojos bizcos.

Gracias a la presencia de mi nieto y de su afán explorador y manipulador, mis tesoros se agrupan en los estantes más elevados, disputando el espacio a las obras del añorado Rafael Chirbes y a mi colección de libros de temática africana. Allí están también los restos de algunos que no fueron retirados a tiempo.

Mi museo, que tan poco apreciaría algún que otro ex ministro de Cultura de verbo fácil e idiota, será mientras yo sea y crecerá mientras yo crezca. Sé que su futuro es incierto y que posiblemente acabe durmiendo para siempre en una o varias bolsas de basura. Pero tengo la esperanza de que alguna de sus joyas acabe en otra estantería de Ikea, en otro pequeño museo tejido de amor y cariño. Tal vez la cajita de música, la concha blanca y vulgar, mi petaca de mezcal o, por qué no, mi “Cartoncito”.

El 1 de marzo se celebrará la Gala de entrega de los XXIII Premios Cálamo en el salón de actos del edificio de la Caja Rural de Aragón (Coso, 29), entrada libre y gratuita hasta completar aforo.

Alana S. Portero, Raúl Quinto y Elvira Navarro conversarán con Iguázel Elhombre, Patricia de Blas y Concha Monserrat y recogerán sus galardones.

Luego se celebrará una cena fiesta para la que es imprescindible reservar en la librería. Anímate, que será divertidísima.


NUESTRO BONUS TRACK: 6 LIBROS, 6

Nuestras madres. Gemma Ruiz Palà. Traducción de Gemma Deza
https://tienda.calamo.com/es/libro/nuestras-madres_BGN0010038

La llamada. Un retrato. Leila Guerriero
https://tienda.calamo.com/es/libro/la-llamada_2450050096

Metros por segundo. Stine Pilgaard. Traducción de Daniel Sancosmed
https://tienda.calamo.com/es/libro/metros-por-segundo_9960010087

Papel con marca de agua. Goran Petrovic. Traducción de Dubrvka Suznjevic.
https://tienda.calamo.com/es/libro/papel-con-marca-de-agua_9910020255

La conformista. Alba Dedeu.
https://tienda.calamo.com/es/libro/la-conformista_9910020257

Vida de Horacio. Mercedes Halfon.
https://tienda.calamo.com/es/libro/vida-de-horacio_AP60010038