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Cómo meter un segundo gato en casa

Volviendo en coche a mi imperial ciudad, conecté Radio 4 Todo Noticias, una emisora que me gusta pues no genera confusiones mentales: repite cada cuarto de hora las mismas noticias y rellena los huecos con pequeños mini-programas de la más variada temática.

En ese nirvana mental estaba, esperando que se repitiera de nuevo la salmodia del Brexit o la de la Cuestión Catalana, cuando se apropia de la antena una señora que empieza a hablar de “cómo traer un segundo gato a casa”.

(Estoy acostumbrado a conducir con sobresaltos: hace unos años estuve a punto de sufrir un serio accidente a causa de las carcajadas que me produjo escuchar como un consejero de cultura de la Xunta de Galicia proclamaba que “o meu goberno apoia a nova cultura galega, por exemplo programando as actuacións dunha nova cantante da nosa terra: Carmiña Burana”. *)

Yo, que he convivido de manera amigable con un gato y con dos, con perros, pájaros y con algunos animales de los que ni siquiera recuerdo su especie- aunque si su olor...- no salía de mi asombro al oír lo que oía. El proceso de “aclimatación” de un segundo gato tenía tal grado de exigencia que una persona bien dispuesta y preocupada por el bienestar animal prácticamente debía dedicarse al asunto de manera exclusiva durante al menos un mes, mes en el que ni el trabajo, ni la familia, ni el ocio tenían cabida.

Semejante cúmulo de dislates casi me lleva a salirme por una curva, que hubiera sido una absurda y drástica manera de acabar con tanta chorrada y algo más. Como Ana me dice que ando con exceso de “moralina”, no hago comentario alguno sobre los estragos de la comunicación ni aprovecho para hablar sobre escalas de valores. Abandono la historia.

 

De felinos quien sabía era Carl Van Vechten, que en 1920 escribió El tigre en la casa. Una historia cultural del gato, obra traducida por Andrea Palet y publicada por la joven y muy exquisita Editorial Sigilo. Una joyita que se lee con la sonrisa en la boca.

Y de excesos y “detritus” Agustín Fernández Mayo, que tras ganar este mismo año el Premio Seix Barral con su novela Trilogía de la guerra, publica ahora un más que potente ensayo cuyo título ya hace temblar: Teoría general de la basura (cultura, apropiación, complejidad).

Aprovecho para comentaros que he terminado de leer Permafrost, novela de Eva Baltasar escrita en catalán y felizmente traducida al castellano por Nicole d’Amonville Alegría, una obra de la que todo el mundillo literario habla sin parar. La empiezas con dudas y acabas entregado. No destripo el tema: mucha “pasión fría”.