Cálamo: de los seminolas y un pedazo cuchillo de caza; de Mari Aldon y el tonto de al lado; de AAAAAAAAAUUOOUH!;

Tambores lejanos (Distant Drums) es una película de 1951 dirigida por Raoul Walsh e interpretada en sus papeles principales por Gary Cooper y Mari Aldon. Se desarrolla en los pantanos de Florida – agua marrón, barro, mosquitos, caimanes y una burrada de verde salvaje- y narra la huida de un grupo de buenos y rubios blancos de los temibles indios seminolas, muy belicosos y muy canallas todos ellos.

Recuerdo que lo que más me gustaba de la película era como Gary Cooper se afeitaba en seco  con un enorme cuchillo de caza sin brocha ni espuma alguna: “a pelo”,  en plan ecológico. Crecí esperando que me creciera la barba y que los seminolas me persiguieran por los montes de la Muela para poder comprarme un machete y rasurarme. El vello facial apareció, claro, pero no así los seminolas, por más que años más tarde algunos “grises” de la época se les asemejaran en lo mucho que  corrían  y en como repartían estopa sin piedad.

En aquella época Gillette era ya una institución en España, lo que sin duda salvó mi cara de una segura catástrofe. En la escena de marras aparecía embelesada Mari Aldon, que con supuesta admiración observaba como Gay Cooper manejaba con destreza el pedazo cuchillo sin hacerse un roto, lo que sin duda era cosa del guión, porque lo que Mari Aldon debía de pensar en realidad era que el galán que le había tocado era un auténtico gilipollas. Los hombres tenemos esas cosas, siempre nos gusta fardar con cosas peligrosas y haciendo sonar de vez en cuando los tambores de guerra, estén o no lejanos.

Lo más señalado que Tambores lejanos dejó para la historia del cine fue el grito de Wilhelm, un alarido de terror de uno de sus personajes secundarios que acabó siendo un efecto de sonido  cinematográfico utilizado en multitud de películas, un estremecedor y genial  AAAAAAAAAUUOOUH! que si quieres puedes escuchar aquí:  https://es.wikipedia.org/wiki/Grito_Wilhelm

El plagio, obra de Daniel Jiménez, es una hermosa novela a la vez que una contundente denuncia de lo que fue la España de los años noventa, repleta de “pelotazos” y caraduras.

Ambientada en la misma época, Valentín Roma publica El capitalista simbólico, obra que junto con sus dos anteriores –El enfermero de Lenin y Retrato del futbolista adolescente- forma un relato generacional divertido, lúcido, valiente y conmovedor.

Pechos y huevos, de la japonesa Mieko Kawakami, construye un potente relato sobre feminidad y – sorpresa- y clase obrera que ha sido alabado por Murakami y Elena Ferrante, que de libros saben algo. No te lo pierdas. Traducido por Lourdes Porta.

El 4 de marzo entregaremos los XXI Premios Cálamo en una gala que se celebrará en el edificio de la Caja Rural de Aragón, el antiguo Casino Mercantil. Resérvate la tarde, merecerá la pena. Te iremos informando.

Nos vemos en Cálamo. Un abrazo. AAAAAAAAAUUOOUH! Paco Goyanes.

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