Va por delante: no soy de esquí. Aprendí tarde y mal, tan tarde y tan mal que hace
mucho que no es ya ni siquiera una opción. Lo hice por amor y por amor lo olvidé:
antes que osado deportista preferí ser
el que esperaba en el aparcamiento con el termo de caldo, en medio del
chipichape de la nieve a medio derretir y siempre sucia. Eternas colas para llegar a las pistas,
eternas colas para salir de las pistas. Una hora para vestirte y calzarte para
acabar caminando como un presidario de los de cadena y bola, hinchado como el
muñeco de Michelin y con todos los sentidos concentrados en no resbalar. Luego
más esperas, más colas, más frío y algunos estacazos. Descender por una ladera en
zigzag mientras una marea incontrolable de jóvenes sobreexcitados te pasa y
sobrepasa. Paso. *
Vas a comparar con la petanca, ese deporte,
el deporte. Campo de tierra, de secano, barato, que no necesita máquinas que le
fabriquen el polvo por la noche: una calle sin asfaltar, la parte más fea de la
urbanización, una era abandonada. Unas
maripis cómodas, una camiseta con publicidad estampada a poder ser de alguna
carnicería o ferretería, pantalones cortos y anchos (se admite incluso de
bañador) y un par de latas de cerveza fresca a mano. Unas bolas gordas y una
pequeña. Todo unisex, sin discriminación alguna.
Con lo fácil que sería organizar el
campeonato del mundo de petanca entre Aragón y Cataluña. La inauguración en Vilafranca
del Penedès, cava y calçots. La clausura en Tarazona, garnacha y morcilla. Las
finales entre Fraga y Lleida, melocotón y pera. Todo sano y frugal, todo
ecológico. Una lección para el mundo. Ganarían
los franceses, eso sí, no todo puede ser perfecto.
(Claro que alguien tendría la ocurrencia de construir
un enorme estadio de petanca en mitad de los Monegros con capacidad para 30.000
cachirulos y 30.000 barretinas, helipuerto, palcos de lujo y techumbre retráctil, pero esa
es otra historia).
Pasión por el mar, por la vida, destila La
elocuencia de la sardina. Increíbles historias del mundo submarino,
obra de Bill François traducida por Rosa
Alapont, delicioso ensayo especialmente recomendado para gente curiosa.
https://tienda.calamo.com/es/libro/la-elocuencia-de-la-sardina_2450020032
Antonio
Lucas,
enorme poeta y periodista cultural, nos regala Buena mar, novela de las de antes, repleta de aventuras,
viajes, amores y personajes legendarios. Para escribirla se embarcó durante veintiún
días en un pesquero gallego de los que faenan en el Gran Sol.
https://tienda.calamo.com/es/libro/buena-mar_3522070180
El personaje de Buena mar huye de una crisis de pareja. El desamor, el desafecto,
es un tema constante en la buena literatura y un aburrimiento en la mala.
A la primera categoría pertenecen las últimas obras de Piedad
Bonnet, Qué hacer con estos pedazos, y Daniela Alcívar Bellolio, Lo que fue el futuro. Bonnet, tal
vez la más reconocida de las escritoras colombianas actuales, deslumbra con una
lengua tan rica como precisa, una característica también de la ecuatoriana Alcívar.
No las dejes de leer, por favor.
https://tienda.calamo.com/es/libro/que-hacer-con-estos-pedazos_3522010041
https://tienda.calamo.com/es/libro/lo-que-fue-del-futuro_5200050046
Libros del Asteroide continúa con la
recuperación de las mejores obras del gran Graham
Greene publicando ahora Brighton Rock, gracias a una nueva
traducción de Miguel Temprano: un thriller de esos que es imposible dejar.
https://tienda.calamo.com/es/libro/brighton-rock_9740010190
Atentos a la última joya publicada por la
extraordinaria editorial Jekyll & Jill: El monstruo del monóculo y otras bestias.
Secretos y engaños en la edad dorada de Hollywood, que es obra
de Nuria Pérez y que según El País “va
a revolucionar el mundo del “podcast” en español”. Un libro singular, bellísimo
y que es un homenaje al cine negro y al papel de las mujeres durante la II
Guerra Mundial.
https://tienda.calamo.com/es/libro/el-monstruo-del-monoculo-y-otras-bestias_K990060021
Esperamos verte pronto en Cálamo. Te retamos
a la petanca. Un abrazo y hasta pronto. Paco Goyanes.
*Por favor, que alguien regale el número de
marzo de 2022 de la edición española del National
Geographic al Comité Olímpico Español y a las administraciones implicadas
en la posible candidatura española a los Juegos de invierno de 2030. Contiene
un extenso artículo titulado Salvar el
invierno firmado por Denise Hruby,
a la que no conozco pero a la que ya adoro por su sensatez y profesionalidad.
Habla de cómo se trabaja contra el reloj en Los Alpes para preservar las nieves y los
hielos por el calentamiento global.