Cálamo: de un campeonato del mundo que nos llevaremos para casa; de Antonio Gades y Nuréyev; de bromistas y/o inútiles. Y nuestro clásico bonus track: dos libros, dos (y buenos).

Si hubiera un campeonato del mundo de envolver libros con velocidad, representaría a mi país y volvería con una medalla en la maleta. Masas enfervorecidas me esperarían a las 4 de la mañana en el Aeropuerto Adolfo Suarez Barajas de Madrid para felicitarme. El Rey y la Reina me estrecharían la mano. Lambán me recibiría en el Edificio Pignatelli e intercambiaríamos opiniones sobre las olimpiadas de invierno. Daría el pregón de las Fiestas del Pilar ante la atenta mirada de la corporación municipal casi en pleno: la ultraderecha se ausentaría.

Cuando pongo el ojo en el papel de envolver, mi cerebro calcula la medida adecuada en sus dos dimensiones y analiza el gramaje adecuado para el peso que cada volumen precisa. A velocidad de la luz lo corto, lo apoyo en el mostrador, y lo voy doblando sin fallo alguno mientras mi mano derecha se desplaza de manera sutil al portarrollos de celo * para partir los trozos necesarios que garanticen la perfecta adherencia. El resultado es un paquete espléndido en su sencillez, tan bello y hermoso como sutil.

Cada vez que preparo un paquete de regalo me siento como debían sentirse Antonio Gades o Nuréyev sobre un escenario: grácil, elegante, preciso. Mis hijas han heredado algunos rasgos de mi genio: la una traza bellísimas líneas sobre cualquier papel o tela; las otras dos saben calibrar al instante como es el paciente que les espera. Mi nieto abre los regalos a dos manos y sin pérdida alguna de tiempo: va a lo esencial, a lo primigenio.

No ha sido un camino fácil. Son casi 40 años de oficio **. De éxitos, sí, pero también de fracasos estrepitosos que ojalá pudiera olvidar. Me atormenta acordarme del volumen 4 de las obras completas de Carl Gustav Jung de la Editorial Trotta: Freud y el psicoanálisis. 342 páginas, 145 mm de ancho, 233 de alto, 520 gramos de peso. No era mi mejor día, para nada. Corté mal el papel, dejando acusadas barbas en sus dos extremos. Al comenzar a envolver esa obra maestra de la psicología analítica, me percaté al instante que algo fallaba, que lo esencial fallaba: el papel era muy justo. En vez de empezar de nuevo y emplear un trozo de mayor tamaño, me empeñé en continuar por pura cabezonería, incapaz de reconocer mi error. Tras casi tres o cuatro minutos de pelea, el resultado fue un bulto horrible, repleto de celo y rasgado por uno de sus costados. Subí mis ojos y miré al cliente, un señor de mediana edad con barba blanca y espesa, gafas metálicas y sombrero Fedora. Su rostro denotaba tanta ira como incredulidad. Le sonreí de manera absurda mientras comenzaba a sudar y a ponerme rojo. Con una cara de palo que nunca podré olvidar, clavó su mirada en mis ojos y dijo: "¿Es usted un bromista o un inútil?".  Llevo toda mi vida profesional haciéndome esa pregunta.

No te pierdas el espectáculo Cálamo: León, Ana S., Itziar y Ana C. son mejores que yo. Llevamos muchos años envolviendo tus libros, tantos que en el 2023 celebraremos nuestro cuarenta aniversario. Gracias por acompañarnos todo ese tiempo. Para nosotros ha sido y es un placer y un privilegio.

Feliz 2023, de todo corazón.

 Paco Goyanes.

(Aprovecho para recordarte que está abierta la votación de los XXII Premios Cálamo. Puedes ejercer tu derecho al voto en la urna dispuesta de la librería o en nuestra web www.calamo.com Tienes de tiempo hasta mitad de enero de 2023.)

Cálamo recomienda
El pasajero. Stella Maris. Cormac McCarthy. Traducción de Luis Murillo.
Después de 16 años, regresa el autor ganador del Premio Pulitzer: dos extraordinarias novelas.
https://tienda.calamo.com/es/libro/el-pasajero-stella-maris_4340200735

Casa de nadie. Laureano Debat.
Al poco tiempo de llegar a Barcelona, Laureano Debat fue a visitar un piso del barrio de l'Eixample con la intención de alquilar una habitación. Las mujeres que se la enseñaron, una madre y su hija, le parecieron muy agradables y la habitación era amplia y luminosa. Y hasta le hizo gracia que el balcón diera al patio de un convento de monjas. No tardó muchos días en darse cuenta de que Jimena y Sonia, sus cálidas anfitrionas, trabajaban como prostitutas en la casa.
Así fue el inicio de una relación de amistad y convivencia que duró nueve meses y en la que el autor, casi sin pretenderlo, fue accediendo a la cotidianidad y a los secretos de un camerino de escorts en un piso privado.
https://tienda.calamo.com/es/libro/casa-de-nadie_5200050052


*El celo es muy importante. Con Scotch ganas seguridad, con Tesa Film, velocidad. No creo en las marcas de segunda fila, solo dan problemas. Mi papel preferido es el Kraft en sus diversas presentaciones: sobrio, elegante y ecológico.

**Pensarás que haber empleado casi 40 años para aprender a envolver de regalo es absurdo, cuando hay libreras y libreros, incluso exlibreras y exlibreros, que practican con ahínco y variopinto resultado la crítica cultural, el columnismo periodístico e incluso la escritura profesional. Son más espabilados que yo, qué le vamos a hacer. Para defenderme no puedo sino recomendar el visionado del documental estadounidense Jiro Dreams of Sushi, obra dirigida por David Gelb estrenada en 2011. Narra la historia de Jiro Ono, cocinero japonés de 85 años -en el momento de la grabación- propietario del restaurante Sukiyabashi Jiro, un singular tres estrellas Michelín con capacidad para tan solo 10 comensales y ubicado en una estación del metro de Tokio. En una de sus escenas, un ayudante del señor Jiro proclama con moderada alegría que tras 30 años de cocer arroz a diario está a punto de conseguir el punto que le exige su maestro. Olé.