Tengo un remolino en el cuero cabelludo de mi cabeza. Está ubicado en la zona parietal central, ligeramente hacia la derecha y hacia abajo. Se hizo patente hace cuatro o cinco años. Al principio le di poca importancia, tampoco la tenía: cuatro pelos que se rebelan contra la tiranía del peine. Pero día a día fue creciendo, convirtiéndose no solo en un problema estético, sino también en la demostración palpable de que mi ser estaba sufriendo cambios radicales.
Lo combatí con todas las armas a mi alcance: agua fría, secador, cepillo, gomina, laca…un enorme despliegue logístico sin resultado alguno. Pasé a mayores: decidí cortarme el pelo al 1 ó al 2, tipo marine yanqui. Cuando se lo pedí a Berta, mi peluquera, casi tuve que rogarle perdón. Asisto a su salón al menos una vez al mes, pero intuyo que mis visitas irán aumentando: inicialmente parecía tener éxito en mi empeño, pero he ido descubriendo que el remolino no desaparece nunca, solo queda levemente enmascarado: más corto sigue allí, tan amenazante como siempre.
He comprado un dron dotado de tres cámaras infrarrojas HD de 8k, bomba de agua, fotografía aérea profesional, sistema de evitación de obstáculos, posicionamiento por GPS, batería de inones de litio y modo de vuelo automático.
En cuanto me despierto lo pongo en marcha. Me acompaña durante toda mi jornada laboral. Lo tengo conectado a mi teléfono móvil, de tal manera que me informa en tiempo real de las evoluciones del remolino, de mi remolino, para así poder actuar en consecuencia.
He enviado a las autoridades numerosas excusas por el comportamiento de mi cabello, esperando que no lo tomen a mal. Lo he hecho por la ventanilla electrónica y con firma digital. Guardo todos los resguardos. Hasta el momento no he recibido contestación alguna.
Valoro pedir a la Iglesia la intervención de un exorcista.
Cada vez veo más drones en el cielo.
NUESTRO CLÁSICO “BONUS TRACK”: 6 libros, 6.
Ropa tendida. Oscar García Sierra.
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Termush. Sven Holm. Traducción de Daniel Sancosmed.
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Planeta Invernadero. Rafael Navarro de Castro.
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El paracaidista. Ana Campoy.
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Gente de Hitler. Los rostros del Tercer Reich. Richard J. Evans. Traducción de Gonzalo García
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A resguardo. David Leavitt. Traducción de Jesús Zulaika.
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