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De que el turismo es una peste y nosotros unos apestados; de vacaciones y monopatines; de que nos libramos de las diapositivas. Y nuestro “bonus track”: 3 libros, 3.

Me niego a hablar de las vacaciones. Siempre me ha parecido una pesadilla el interminable relato de viajes posveraniego que solo aguanta el que lo cuenta. Afortunadamente el fin de la fotografía analógica- aunque ahora vuelva con otro sentido e intención- nos libró de las cenas preotoñales que siempre terminaban en la abyecta proyección de abominables diapositivas. Ahora, a dios gracias, un vistacito de pasada a la porquería de fotos del móvil nos basta.


El turismo contemporáneo es una peste que todo lo invade y todo lo pudre. No me voy a poner divino: formo parte de ella. El españolito de clase media quería ser como el francesito o el alemancito de clase media, tener los mismos yogures de sabores raros y beber cervezas de extrañas procedencias y que ganáramos medallas en las olimpiadas y títulos mundiales de los gordos. Y viajar, queríamos viajar, ver mundo. Que nuestros hijos aprendieran idiomas y salieran de paseo, que todos saliéramos de paseo.

Y lo logramos, ya lo creo que lo logramos. No hay pirámide remota o templo maldito en el que no resuene el característico griterío hispano. No hay pato mandarín ni taco de chapulines que se nos resista, ni montaña que no hollemos, animal que no espantemos ni museo que no seamos capaces de visitar en media hora.

 

Los españoles tenemos de todo, hasta partido (o partidos) de ultraderecha, izquierdas insensatas y monopatines, un bestial y salvaje montón de monopatines que zumban que da gusto y se aparcan en cualquier lado para disfrute de ciegos y cabreo de cabezudos como yo.

 

Me niego a hablar de vacaciones. Pero sí, las mías han sido breves. Punto y pelota.


En septiembre los días son más cortos y los buenos libros saben mejor. Valeria Luiselli es mexicana y escribe indistintamente en inglés y español. Acaba de publicar Desierto sonoro, una potente novela de carretera sobre fronteras, éxodos e infancias: no deja indiferente y sabe a gran literatura. El mismo sabor se paladea al leer Luz de guerra, la bellísima e hipnótica novela de Michael Ondaatje, el conocido autor canadiense de El paciente inglés: personajes inolvidables, oscuridad, misterio, espionaje, violencia…una gozada. Un asunto demasiado familiar es la nueva obra de Rosa Ribas, una divertidísima novela policiaca en la que se presenta la agencia de detectives de la familia Hernández: no hay nada mejor que la familia unida…por el crimen.