Con la edad
los feos nos volvemos presumidos y coquetos. Nuestra relación con el espejo se convierte
en una diaria y disciplinada evaluación de daños: proliferación de canas
rebeldes en el parietal derecho; coronilla en proceso de desmonte y derribo; sustancial
avance de la ojera derecha, tono violáceo; general e irrefrenable caída de
párpados; súbita aparición de absurdos pelos negros en las fosas nasales;
adelgazamiento progresivo de cejas…
Tras un
nuevo y meditado pase de revista, adquiero conciencia de que mi falsamente
descuidada barba me hace mayor por su blancura: animado por mi pareja decido afeitármela
en su totalidad.
Así que
compro un estuche de 12+6 cuchillas de afeitar de doble hoja marca Gillette
y, tras una profunda preparación de mi
cara campo de batalla, no dejo ni rastro de vello facial.
Más contento
que chupillas me dirijo a mi esposa y le pregunto qué tal: “Estás más joven,
pero se te ve más la cara (sic)”.
Cuando
encuentre el pegamento Imedio, me pego las canas. *
Si no lo
encuentro tengo dos opciones, o comprarlo por internet o en la tienda de la
esquina. Jorge Carrión lo tiene
claro: el miércoles presenta en Contra Amazon, un alegato a favor de
las librerías, las bibliotecas y la
lectura crítica y un ataque frontal contra el ejercicio monopolístico,
manipulador y controlador de la mayor empresa del mundo, esa a la que todas las
autoridades del mundo- lleven cachirulo o no- le perdonan impuestos y le hacen todo tipo de
regalías.
Y es que
siempre ha habido mucho malo de solemnidad, como bien sabe nuestro querido Sergio del Molino, que el jueves nos
visita para hablar de su último libro Calomarde. El hijo bastardo de las luces, obra que inaugura la colección Héroes & Villanos de la editorial Libros del K.O.
Añado a estos dos excelentes libros dos
recomendaciones más, La invasión del
pueblo del espíritu de Juan Pablo Villalobos y Ni siquiera los muertos de Juan Gómez
Bárcena: canela fina.
Sigo documentándome para hablar de economía, aunque
hoy de manera sucinta y fina he introducido alguna reflexión sobre esa oscura
ciencia. Nos vemos en Cálamo. Un abrazo. Paco Goyanes