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De sueños recurrentes; de mi (tu) curriculum vitae; de armarios del pasado. Y nuestro clásico "bonus track": 2 libros, 2.

He vuelto a soñar que me falta una asignatura para acabar la carrera. Nada más levantarme he ido a buscar mi título de Licenciado en Filosofía y Letras, orientación Historia del Arte. Craso error: aunque escaso, mi armario de cosas del pasado es un caos inextricable. Botas de fútbol marca Adidas, antiguos números de Ajoblanco y El Viejo Topo, postales enmarcadas de mi primer viaje a Estambul, el estuche de 25 juegos reunidos Geyper que me regalo mi tía Pili y al que le faltan los dados y la mitad de las fichas, el ejemplar de Tintín en la Luna que mordió el gracioso perro de una graciosa novia de fin de semana, el primer disco de Más Birras, 6 calcetines desparejados, la papeleta que nunca llevé al examen de Anatomía el año que estuve matriculado en la facultad de Medicina…y por fin la orla, mi querida orla, mi rara orla, mi pasado en orla: hacia la mitad, escorado a la izquierda, un chaval con camisa blanca, corbata ancha, poderosa melena y gafas tipo pantalla cine de seiscientas plazas, me sonríe, me encuentra.


He decidido vaciar el armario y modificar mi curriculum vitae. A partir de ahora además de ser licenciado en letras tendré Estudios en Medicina: aprobé biofísica. Soy feliz*

(Tengo que preguntarle a mi amigo Mario si podría convalidar la biofísica aunque sea por algún parcial en su facultad: así tendría también Estudios en Física. Estupenda idea. Le llamaré.)



Todos tenemos un armario del pasado, aunque sea mental. En el mío se pasean las imágenes de La diligencia, la mítica película de John Ford que siempre que Ana sale de viaje – le tiene cierta manía al western- me dedico a ver de manera obsesiva. La diligencia, el libro del 80 aniversario, obra en la que participan entre otros los cinéfilos M.A. Fidalgo y G. Sánchez, ha calmado mi ansiedad…de momento al menos. También los olores y sabores de mi amada Ciudad de México, siempre intensos, siempre presentes: El vértigo horizontal de Juan Villoro da cumplido homenaje a la ciudad en la que el pasado y el futuro de la humanidad se funden en un todo tan maravilloso como terrorífico.


*Lucía, Esperanza, Ramón, Jesús, J.J., Carmen, Berta, Carlos, Julio, ...la verdad que casi todas mis amigas y amigos son médicos: compartimos la misma pasión.