De chaval le daba al balón como la inmensa
mayoría: entre regular y mal. Me defendía a base de pundonor y de no parar de
correr de un sitio a otro. Vamos, que para nada era un fino estilista. En todos
los equipos que jugué, los porteros se
defendían como podían a pesar de su baja estatura y daban saltos y saltos con
las cabezas y las manos mirando al cielo, como si fueran sacerdotes incas
salidos de un cómic de Tintín; los
defensas gruñían y ponían cara de malo, escupían sin parar y decían tacos y
juramentos; los medios no paraban de dar
vueltas alrededor del círculo central del campo en plan mira que bien lo hago y
los extremos dormían la siesta en los banderines de córner. El delantero
centro, pobre desdichado, se dedicaba a contarle
la vida al portero contario, iniciando ambos una incierta carrera
psicoanalítica. Siempre así. Equipos segundones de ligas segundonas.
En todos los equipos en los que jugué siempre
había uno que se creía Maradona y que no dejaba de echar la culpa de las
derrotas a los demás. Un tipejo inmundo, que solía ser también el único que nunca
reconocía ante los seres superiores –los curas de mi colegio- su participación
en las batallas de tizas o en el asqueroso entretenimiento que era llenar de
pegotes de papel masticado el techo del aula a manera de romas estalactitas. Además de felón, mentiroso.
La culpa de que haya descendido a recordar
mis altas cotas deportivas la tienen ver el telediario y leer los periódicos: es
alucinante la cantidad de cargos públicos que cuando las cosas no van a su
gusto siempre encuentran a alguien a quién echarle la culpa. Y lo hacen sin ningún pudor ni vergüenza. Para
más inri parece que además obtienen réditos electorales. Cosas raras – y
obscenas- que pasan en tiempos de pandemia.
Afortunadamente, en tiempos de pandemia también se editan
buenos libros que de alguna manera u otra nos ayudan a afrontar un presente
complicado. Permíteme algunas recomendaciones.
El guatemalteco Eduardo Halfon vuelve a las mesas de novedades con Canción,
breve e intenso relato en el que una vez más su historia familiar es la
protagonista. Libro a libro va construyendo una de las obras más singulares e
interesantes de la literatura en lengua española. El martes
2 de febrero Eduardo Halfon presentará su libro en nuestro facebook
conversando con Luis Solano, el
editor de Libros del Asteroide. Si no tienes facebook y te interesa seguir la
presentación, dínoslo y te enviaremos un enlace de Zoom.
La deseada es la esperada nueva
obra de Maryse Condé, traducida por Martha
Asunción Alonso, en la que desgrana la historia de tres generaciones de mujeres
caribeñas y su búsqueda de un lenguaje propio.
Philippe
Sands publica
Ruta
de Escape. Amor, mentiras y justicia en la senda de un fugitivo nazi,
obra que de alguna manera continúa y complementa su excepcional crónica Calle
Este-Oeste, gracias a la traducción de Francisco J. Ramos. Un relato
histórico tan apasionante como riguroso, fruto de una extraordinaria labor de
investigación y documentación.
Apasionantes son también las crónicas
periodísticas que Jon Lee Anderson
recoge en un voluminoso libro titulado Los años de la espiral. Crónicas de América
Latina. El reputado biógrafo del Che Guevara, colaborador habitual de
The New Yorker y experto en conflictos y guerras de todo tipo y condición,
tiene el don de hacer comprensible lo incomprensible. Sus artículos son un acicate para la reflexión y la curiosidad
intelectual. Ha sido traducido por Daniel Saldaña París.
Estado del malestar es el estupendo
título de la entretenida, divertida y ácida novela de Nina Likke ganadora del Premio Brage, el galardón literario más importante de
Noruega. Una médico de familia se cansa de ser buena madre, esposa y doctora.
Traducción de Ana Flecha Marco
Acaba de terminar la XII edición del encuentro
Talento Editorial que organizamos
conjuntamente con el Hay Festival. Hasta el 14 de febrero puedes ver sus
sesiones y talleres en el enlace
Nos
vemos en Cálamo. Un fuerte abrazo. Paco Goyanes