En un evento profesional en el que participe no hace mucho tiempo junto con una librera catalana, el moderador nos hizo la pregunta del millón: “si volvieran a nacer, ¿serían de nuevo libreros?”
Mi colega, entusiasta y sonriente, respondió con un sonoro y rotundo sí, adornado de algunas maravillosas experiencias comerciales y literarias.
Yo, para estupefacción del público virtual- que nunca es igual al virtual público- dije que no, que ya tenía bastante con una vida de librero, que no tenía queja alguna, pero que si pudiera elegir me gustaría probar otras cosas.
De pequeño quise ser centurión romano, que no hubiera sido mala profesión, que los romanos tienen su cosa como nos lo recuerdan la serie televisiva Ingeniería romana y la mítica escena de La vida de Brian* de los Monthy Piton, escena que no voy contar, que ya la cuenta constantemente mi amigo Jesús, médico jubilado y escritor maldito que solo escribía recetas, pero eso sí, de las buenas. También quise ser ajedrecista, pero otro Jesús, mi primo, se encargó de eliminar tan temprana vocación no dejándome ganar ni una sola partida, y luego dicen de la familia. También quise ser misionero en el Congo, pero a Dios gracias se me pasó pronto.
Ya de mayor pensé ser tocador de maracas en una orquesta de salsa, cubana por supuesto. Llegué a poseer una extensa colección de media docena de pares de maracas, pues las maracas son como los calcetines, siempre van de dos en dos. Me parecía, y me sigue pareciendo, que estar todo el día moviendo los brazos y el cuerpo rítmicamente para detrás y para adelante era una manera maravillosa de llegar al éxtasis místico, y mucho más fácil que la de los derviches giradores de Turquía.
Ahora me gustaría ser Secretario de Estado de la España Global, que es como se llama desde el año 2018 la oficina gubernamental que gestiona la Marca España, iniciativa que pretende mejorar la imagen de nuestro país en el extranjero y – misión imposible- entre los propios españoles.
Me atrae tanto el sueldo, que no
debe ser magro, como la satisfacción de poder aportar a mi tierra lo mucho que
he aprendido en mi devenir profesional. De idiomas voy regular, pero para eso
están los cargos de confianza.
Si fuera Secretario
centraría mis esfuerzos en crear un eslogan que bebiese directamente de
la sabiduría popular. Un par de buenos ejemplos. El primero, la marca navarra
de espárragos Cojonudos, registrada en la Oficina Española de Patentes
y Marcas con el número 2.593.177. Sonora, contundente y ligeramente machista, no es de extrañar que
sea la preferida de nuestro Rey Emérito. El segundo es aragonés por sus cuatro
costados: los Huevos Aragón. “Güevos mucho güenos y mucho gordos”, reza su
eslogan, todo un logro semántico. En internet puedes ver su logotipo, proeza
creativa sin par.
A lo que me niego y negaré es a que la Marca España quede en manos de algunas y algunos desustanciados con cargo público de relevancia que hacen de la bronca, la aspereza y la vulgaridad su razón de ser, tres características que a día de hoy parecen universales y que para nada distinguen.
No sé si algún día
lograré mi sueño. Si alguien conoce a la Ministra de Asuntos Exteriores que le
hable de mí. Estoy abierto a todo tipo de ofertas.
Buenas ofertas las
que encontrarás en nuestra mesas de novedades, que si algo anima estos
inciertos tiempos que vivimos es la calidad y el interés de la producción
literaria.
El crítico Ignacio Echevarría ha editado y
prologado Notas para unas memorias que nunca escribiré,
título del diario que Juan Marsé llevó en el año 2004 y que se publica junto con una serie de libretas escritas en
años posteriores: Cataluña y España, la escritura y los escritores, el
periodismo y los periodistas, el cine, la vida política…opiniones sin
cortapisas de un escritor genial. Te
queremos, Juan.
Queremos también a Jorge Carrión, intrépido aventurero
literario que no para de escribir y discurrir. Junto con el dibujante Javier Olivares nos ofrece Warburg
& Beach, una original novela gráfica sobre el historiador del arte
Aby Warburg y la mítica librera Silvia Beach. Una joya.
Islandia navega en
mitad del Atlántico, aparentemente alejada de todo. En 1963, Hekla se traslada
a Reikiavik con la ilusión de ser escritora y se instala en casa de su amigo
Jón, un apasionado del teatro. Los años sesenta prometen cambiarlo todo, hasta
la conservadora y endogámica sociedad en la que viven: La escritora es una excelente
novela de Audur Ava Ólafsdóttir
traducida por Fabio Teixidó.
Gracias también a la
traducción del islandés que ha hecho Enrique Bernárdez, podemos disfrutar de Hans Blaer: elle,
explosiva novela de Eiríkur Örn Norddahl
que habla de feminismo, teoría queer y movimiento LGTBI, pero también de soledad,
incomunicación y diferencia.
Novelista,
periodista, ensayista y traductor, Juan
Gabriel Vásquez es una de las voces más relevantes de la literatura
colombiana contemporánea y, a pesar de
su extensa y reconocida obra, todavía un desconocido para buena parte del
público lector español. Volver
a la vista atrás es un apasionante recorrido por la vida y circunstancias
del cineasta Sergio Cabrera ** y de su
familia. En 475 páginas, cincuenta años de la historia del siglo XX. No dejes
de leerlo, por favor.
Nada más, que hoy me
estoy extendiendo en demasía. Nos vemos en la librería. Un abrazo en nombre de
todo el equipo de Cálamo. Paco Goyanes.
*Vale, no la cuento pero te la muestro en este enlace de Youtube https://www.youtube.com/watch?v=WYU5SAQwc4I
La vida de Brian, rodada en 1979, tercer largometraje del grupo de comedia británico Monty Python, es un clásico con mayúsculas de la historia del cine que no cansa nunca.
** Sergio Cabrera (Medellín, 1950) es un reputado cineasta
colombiano, autor de películas tan celebradas como La estrategia del caracol (1992), Golpe de estadio (1998) o Perder
es cuestión de método (2004). Su vida es de “película”. Como muestra un
botón: a los diez años se trasladó con su familia a China, siendo “guarda rojo
a los dieciséis.