Tiene razón Ana cuando dice que el mundo se ha vuelto chiquito. Ciudades, regiones y países confinados; del trabajo a casa y de casa al trabajo. Y parques llenos los fines de semana
Dante no lo podía saber, claro, pero el infierno es perder el móvil, pensar que toda tu vida va a parar a manos ajenas, y que esas manos pueden ser malévolas.