Desde hace un tiempo parte de mi mundo es un jubileo de jubilados. Las canas y arrugas o hacen estragos o dan alcurnia, pero de manera indefectible te obligan a mirar el calendario.
En sus retratos, siempre inmisericordes, los brochazos se muestran sin pudor, repletos de grumos, color y materia. Su pintura tiene peso y cualidad escultórica. Ojos, bocas, cejas, narices...parecen tallados y dotados de vida propia.