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Cálamo: de huevos fritos y políticos georgianos; de una periodista abandonada en un polígono industrial; del arte del agasajo

Tengo múltiples habilidades: me defiendo con la raqueta en un frontón, sé bajar escaleras de dos en dos y los huevos fritos con puntilla no me salen mal. Imito muy bien a  un desconocido político georgiano y puedo afeitarme con los ojos cerrados.

Para lo que no valgo es para escoger regalos. No se me ocurre nada, o lo que es peor,  lo que se me ocurre es un desastre sin paliativos. En casa tengo en un armario repleto de cachivaches que familiares y amigos me han pedido que cambie y que luego no cambio porque se me olvida. Es casi un museo…del error y del horror.

Mi decadencia en el arte del agasajo empezó en unos Premios Cálamo. Uno de los patrocinadores de aquel año tuvo a bien invitar a conocer sus instalaciones a premiados y organizadores y a una comida posterior que se celebraría en las mismas, ubicadas en uno de los polígonos industriales que rodean Zaragoza y en los que para no perderte necesitabas – en aquel tiempo- una brújula y mucha paciencia. Cuando estábamos a punto de empezar a comer observé con inquietud que una silla estaba vacía: se me había olvidado ir a recoger una conocidísima periodista, toda una influencer que se diría ahora, con la que había quedado en una gasolinera de las de antes, de esas tan cutres que daban ternura pero también miedo. Un desastre, habida cuenta que esa misma tarde dedicaba a los premiados todo su programa radiofónico.

Acabado el ágape y de vuelta de la “excursión”, en un guiño del destino, me topé con una luminosa y aparente floristería que me dijo “para aquí”. Sin pensar demasiado, compré una verdísima y sana planta de buen tamaño y no poco valor y, con una nota de disculpa, la entregué a su nombre en las oficinas de la radio en la que trabajaba la esforzada comunicadora de las ondas*.

Años más tarde, tomando unas cañas tras la presentación de un libro, comentando entre otras cosas aquel abandono poligonero, me preguntó: “Tengo una curiosidad, Paco, ¿por qué me regalaste una planta de plástico?” Sic.

Afortunadamente Cálamo y Cálamo infantil están en el mundo para ayudarte a escoger los mejores obsequios.

En libros, cuentos ilustrados y sin ilustrar,  juegos y rompecabezas, vinos y detalles sin par, no encontrarás nada mejor: Cálamo, tu librería de guardia. Y si te va mal pasar, ya sabes que nos tienes en www.calamo.com         

Me voy, que tengo que cambiar algunos regalos. Un abrazo en nombre de los de Cálamo.

Paco Goyanes.

*Feliz cumpleaños, Concha.